Pero te fuiste...

(Sólo pueden leer los que creen en los sentimientos de un animal y los que creen que algún día volverán a verlos, no se de qué forma, pero si lees esto acordate que tenes que creer). Yo simplemente le dedico esto a mi gallito pigmeo, lo hago porque a veces las heridas quedan abiertas... Y yo amaba a este animal con toda mi alma, y lo seguiré haciendo por el resto de mi vida.

Llenaste mi vida de amor y cariño.
Naciste en nuestro hogar y desde entonces te convertiste en un ser muy especial, repleto de energía, vigor y un espiritu noble.
Pequeño, redondo y amarillo. Ibas de un lado a otro, picoteando curiosamente las diminutas cosas que encontrabas en tu camino, detrás de tu madre.
Corrías entre los altos pastos y cuando yo te levantaba, pesabas menos que una pluma y me impresionaba tu vulnerabilidad, porque temía hacerte daño.
Recuerdo tu canto, único y especial, que escuchaba en las mañanas, cuando me marchaba a la escuela, a esperar el colectivo. Era tu canto al día, tu canto inconfundible, que yo reconocía a la distancia entre tantos otros.
Recuerdo, mi querido gallito, cuando saltabas a mi ventana y me sacabas una grata soonrisa, intentando entrar a refugiarte dentro de la casa. Yo te entraba con cuidado entre las rejas y te acariciaba, y vos saltabas a mi hombro y te acicalabas. Luego, ya contento con el resultado, te inflabas como un globo de plumas y te quedabas recostado sobre mi hombro. A veces pasabas horas allí, mientras yo escribía en mi computadora, y te dormías tranquilamente. Y otras veces, yo me acostaba en la cama y te acariciaba tu hermosa carita, tu cresta roja y tu brillante y suave plumaje, y tus párpados iban cayendo, en un sueño confortante.

Jaja, peleabas con el espejo, te acordas?? Y con mi mamá nos reíamos como nunca mientras picabas en el suelo a tu reflejo.

En los días de lluvia, te entraba y te secaba con un trapito y te besaba porque habías logrado entrar en mi corazón, y creo también que yo en el tuyo. O cuando yo te llamaba con el ya reconocido (chip, chip) y venías corriendo graciosamente con tus patitas llenas de plumas, y te daba de comer en la cocina.
También recuerdo, cuando mamá se iba y yo te entraba a escondidas en las tardes y te acostabas sobre mi pecho, limpiándote el pico o picoteándome algún lunar que te llamaba la atención cerca de mi cuello, mientras yo miraba la televisión, sintiéndome acompañada. Nunca voy a olvidar eso...

Tampoco voy a olvidar cuando te observaba revolcarte en la tierra con las gallinas, o cuando yo imitaba tu canto, y vos, enseguida me copiabas y cantabas también.
Tan lindos recuerdos, no quiero que se pierdan con el tiempo, por eso escribo esto para vos.

Simba, enano, empanada de pollo, mi gallito más querido y especial, que tu alma vuele y sea libre. Porque te lo mereces, porque fuiste un gran compañero, un leal amigo.

Te quiero mucho y espero que me perdones por todo lo que debí hacer y no lo hice. Porque a lo último no te prestaba demasiada atención... Esperabas solitario en la ventana a que me digne a abrirtela. Fue un acto tan egoísta y cruel, que escribiendo estas lineas ya estoy muy mal, llorando por mi egoísmo, por mi descuido. Te pido disculpas, Simba, espero que me puedas perdonar, en algún momento. Me gustaría volver a acariciarte, a besarte, a abrazarte... Pero tu tiempo se acabó, y te fuiste, Simba, y dejaste un vacío irremplazable en mi corazón.

Te amo, enanito, y donde quieras que estés, quiero decirte que vas a estar siempre en mi corazón.

Sofí.